¿por qué nos empeñamos en usar vocablos que no aportan ningún significado diferente? La respuesta es sencilla: porque nos parecen más prestigiosos, más de gente culta y cosmopolita, que la palabra que ya existía en nuestro idioma para definir la misma realidad. Y todo por el hecho de que son más largas. Ya se sabe, burra grande ande o no ande. A esto de alargar palabras se le conoce con el pomposo nombre de sesquipedalismo. Vayan unos cuantos ejemplos.
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