El 13 de febrero de 1921, una gran multitud acompaña el féretro del histórico anarquista Piotr Kropotkin. El acto marcó también el principio del fin del anarquismo ruso, hasta entonces muy poderoso. Su funeral fue su última gran demostración pública de fuerza. La Unión Soviética, que ya reprimía con dureza a los disidentes, incluidos los anarquistas, entraría en una senda oscura y totalitaria. Ese mismo año se produciría una gran purga ácrata y muchos de ellos sería asesinados, encarcelados o deportados
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