Al observar fotografías en blanco y negro de mujeres consideradas bellas y glamorosas de las décadas de 1910 y 1920, a menudo nos resulta difícil empatizar con su aspecto. Sus maquillajes exagerados y melodramáticos, sus peinados tantas veces poco favorecedorese incluso macabros.., es como si hubiese entonces una preferencia por una belleza bastante antinatural.