En la capital de Mongolia la contaminación ha alcanzado niveles apocalípticos. Y el problema está intrínsecamente vinculado al cambio climático. El país ya se ha calentado 2,2 grados, obligando a miles de personas a abandonar el campo y el estilo de vida tradicional del pastoreo para mudarse a ciudades contaminadas, donde el 90% de los niños respira aire tóxico.