En la tarde del 12 de septiembre de 1915, un barco británico partió de la costa occidental de Inglaterra y recorrió el mar de Irlanda hacia Escocia. Era un día cálido, pero la mayoría de los hombres a bordo, confinados en una cámara sin aire debajo de la cubierta, anhelaban escapar de los repugnantes cuartos. El pasaje fue corto: después de viajar 70 millas, el SS Connaught atracó en el rompeolas Douglas en la Isla de Man. Inmediatamente, los guardias británicos que supervisaban el barco bajaron una rampa y comenzaron a gritar órdenes.