Data, Elogio de la sombra, de 1933 y estudia Tanizaki aquí la que considera diferencia medular entre los modos de mirar y de entender la belleza en Occidente y en Oriente: si en nuestra esfera cultural no podemos concebir la historia de la creación artística sin la luz, en Japón se ensalza el enigma que implica su ausencia, comprendiéndose lo bello, no como un concepto autónomo, sino como un juego de claroscuros, es decir, de modulaciones de lo umbrío.