El hombre de Neanderthal se ha tomado, desde que se descubrió a mediados del siglo XIX, como el prototipo del hombre primitivo, cabezón, feo, rudo, desgarbado, asalvajado y cuantas más lindezas (a cual peor) se le pasen por la cabeza, hasta el punto que -desde el punto de vista de la sociedad actual, evidentemente- si no se extinguieron antes fue por pura pena. Esta arrogancia que demuestran los "adonis" y "superinteligentes" Homo sapiens actuales para con los neanderthalensis es de auténtico psicoanálisis...