El universalmente vilipendiado Francis Fukuyama es autor, pese a todo, de uno de los mejores chistes de esta época al sostener que, pese al triunfo universal del liberalismo, no cabría descartar que el marxismo sobreviviera en lugares improbables como Albania o Cambridge (Massachusetts), es decir, en sociedades aisladas y semirrurales o en subculturas académicas, igualmente aisladas del mundo pero elaboradamente intelectuales, como la Universidad de Harvard.