Un invierno excepcionalmente suave en muchos lugares del mundo parece que está contribuyendo a que la ardillas ganen peso de forma desmesurada tanto en Europa como en Norteamérica. El clima cálido ha hecho que los árboles todavía tengan un abundante banquete de frutos secos y semillas, que las ardillas han estado aprovechando. Las ardillas no hibernan, así que para sobrevivir al duro invierno, se llenan de reservas al final del año para acumular grasa, con la diferencia que este año no las han podido quemar.