Ya a nadie le asombra que el analfabeto científico de turno, sea éste un simple mortal o incluso un endiosado personaje público de la farándula, la economía o la política, siente cátedra sobre cualquier tema científico contradiciendo a los expertos investigadores del campo o incluso contraviniendo todas las leyes de la Ciencia conocidas y por conocer. Pero que científicos de renombre mundial publiquen en círculos académicos absurdas “teorías extraterrestres” sobrepasa todos los límites de la decencia intelectual.