Sabíamos que el nacionalsocialismo alemán fue un veneno que afectó a todo el mundo, pero nadie nos había dicho que fue una de las drogas más potentes. “Dejó al mundo un legado químico que hoy sigue afectándonos, un veneno que tardará en desaparecer”, escribe el periodista alemán Norman Ohler en el libro El gran delirio. Hitler, drogas y el III Reich, que acaba de publicar Crítica. Sí, se refiere al fascismo (que no se ha limpiado), pero también a la metanfetamina, la fórmula química que hizo de lo nazi una fuerza imparable.