Pendenciera, ludópata y asesina, Catalina de Erauso buscó fortuna en América como hombre donde vivió peripecias dignas de una novela de intriga y misterio. Según el escritor Pedro del Valle, el Peregrino, en 1626, Catalina de Erauso (de 34 años) era «alta y recia, de apariencia más bien masculina, no tiene más pecho que una niña [...]. De cara no es muy fea, pero bastante ajada por los años. Su aspecto es más bien el de un eunuco que el de una mujer [...]. Viste de hombre, a la española; lleva la espada tan bravamente como la vida».