La actuación del picador mexicano Efrén Acosta con los victorinos en Madrid -penúltima corrida de la Feria de Otoño- fue de las que hacen época. Los tres puyazos que tiró, tendiendo la vara en el momento del embroque, aguantando de frente la acometida según establece la tauromaquia, causaron un inusual alboroto. El público en pie correspondía con sus ovaciones a una lección de toreo puro que para muchos era desconocido. Y, sin embargo, así se pica. Los picadores actuales (a los españoles nos hemos de referir) que han convertido en norma picar