Alexander Cummings patentó en 1775 el inodoro moderno, que incorporaba un sifón en el desagüe. El ebanista Joseph Bramah presentó varias mejoras en 1778 que mejoraron su funcionamiento y su aislamiento. El sifón, un tubo en forma de S, fue la solución que adoptó Alexander Cummings para impedir que el olor de las deposiciones desechadas volviera a subir por el desagüe del retrete.