Roma perdió Aquitania y la Narbonense, provincias de la Galia cuyo control quedó indeciso hasta que el emperador Aureliano las recuperó en el 274 d.C. Lo hizo cuando terminó las guerras en las que se vio inmerso al poco de subir al trono, pues durante un par de años, entre el 270 y el 272 d.C., combatió a godos, jutungos, sármatas, vándalos y alamanes, además de sofocar varios intentos de usurpación, y luego se embarcó en la difícil campaña de Palmira, donde un personaje tan osado como peculiar le mantuvo en jaque otro bienio: la reina Zenobia