En los coles nos estamos contaminando de la inmediatez y volatilidad que acarrean los tiempos digitales en la actualidad. Los chavales pasan de un tiktok a otro, de un meme a otro, de una pantalla a otra a velocidades de vértigo sin dejar espacio para la calma, el análisis y la sentada reflexión. Cada día más cartelitos más colorines, más disfraces, más vídeos y más fotos. Se está rompiendo el equilibrio entre ese tipo de actividades y las que implican sentarse, respirar, concentrarse, reflexionar y ¿por qué no?, estudiar e incluso memorizar.

En la mayoría de los casos en los que se le pregunta a alguien qué es lo que quiere para su vida, la respuesta siempre termina en el fondo siendo alguna variante de “Ser feliz”. Este fenómeno cultural de tomar a la felicidad como objetivo vital es un fenómeno reciente, de los últimos siglos. Desconozco cuál es su origen preciso, pero la manera en que esta conceptualizada es el problema, ya que a partir de allí es de donde comienzan a surgir las imposibilidades y las consecuencias negativas para las personas..

Los seres humanos emitimos numerosos compuestos orgánicos volátiles (VOCs en inglés) a través de la respiración y la piel. La naturaleza y cantidad de estas emisiones está influenciada por diferentes factores entre los que se incluye el estado mental. Medidas previas de VOCs y CO2 en un cine han mostrado que la emisión de ciertos componentes químicos se manifiesta en diferentes audiencias que reaccionan ante una misma película.

La volatilidad en mínimos ¿Cuáles son las estrategias con opciones más oportunas? |