En 1740, cuando el naturalista suizo Abraham Trembley miraba las hydras bajo el microscopio se dio cuenta de que si cortaba su 'cabeza' o alguno de sus tentáculos, nacía una nueva hydra exactamente igual que la primera de los fragmentos. El descubrimiento conmocionó a sus contemporáneos y abrió un montón de incógnitas sobre el comportamiento de ciertos organismos, y desde entonces, este animal que vive en aguas dulces no ha dejado de sorprender a los científicos. Ahora, el equipo de Brigitte Galliot, de la Universidad de Ginebra, ha descubierto