Los kamikaze no eran tan fieros como los pintan, fueron usados vilmente por la propaganda americana, no iban a inmolarse dando palmas de alegría y encima fallaban más que una escopeta de feria. Según reveló en 2014 el informe que analiza en inglés The Fair Jilt, la mayor parte de los inmolados en ataques tokkōtai no quería participar en ellos. Saburo Sakai, piloto responsable del derribo de 64 aviones aliados recordaba antes de su muerte en el año 2000 que la adopción de este tipo de estrategia de hecho hundió la moral de los aviadores nipones.