Las editoriales clásicas han decidido que lo que se tiene que leer son novelas, cuanto más voluminosas mejor. No sé si para conseguir que los lectores se ahorren el dinero de ir al gimnasio, por conseguir tono muscular al arrastrar tochos de cientos de gruesas páginas -se ha puesto de moda las novelas de un kilogramo de peso- . O quizás es para que en la portada se vea el nombre del autor más grande que el título, o quizás para que los ilustradores encuentren un lugar de lucimiento en las portadas infinitas que lucen los libros...