El problema. Lo ilustra el caso de McDonald's. El año pasado sustituyó todas sus pajitas de plástico por alternativas fabricadas con papel, para disgusto de sus clientes. Las nuevas pajitas eran demasiado blandas, arrastraban un sabor distinto, fruto de la descomposición de la celulosa, y no succionaban con igual eficiencia que las de plástico. Ante las numerosas quejas, la cadena decidió fabricar pajitas más duras y robustas, igualmente en papel. Problema: su rigidez, como ha reconocido este mes, hace imposible su reciclaje.