Durante casi dos mil años, las mujeres japonesas que vivían en las aldeas pesqueras de la costa se especializaban, como medio de vida, en la pesca submarina en el océano de las ostras y abulones, un caracol de mar que produce perlas. Se las conocía como Ama, se ganaban la vida llenando sus pulmones con aire y buceando durante largos períodos de tiempo en el profundo océano Pacífico, con nada más que una máscara y aletas.