Durante el siglo XI, las taifas de al-Ándalus (los estados que se formaron tras la desintegración del Califato de Córdoba) mantenían relaciones comerciales y políticas con las repúblicas italianas, especialmente con las ciudades de Génova, Pisa y Venecia. Estas ciudades tenían una importante presencia en el Mediterráneo y se dedicaban al comercio marítimo y a la navegación.