Sin embargo, el autoproclamado defensor de los derechos humanos demostró una gran inclinación por el derramamiento de sangre. Si bien no inició ninguna invasión agresiva de naciones extranjeras como lo hicieron sus predecesores y sucesores en Vietnam, Granada, Panamá, Irak, Afganistán y muchos otros países, Carter demostró ser extraordinariamente generoso al proporcionar apoyo financiero, militar, diplomático e ideológico para las dictaduras que torturaron y mataron a millones de miembros de sus poblaciones domésticas.