En serio, Cárdenas, chaval, hay que tener unos huevazos del tamaño de las tetas que le gustan a Donald Trump para que, contando con el brillante historial que adorna tu curriculum, te hayas ofendido por el tímido y rápidamente reculado “gilipollas” que te dedicó el otro día Ernesto Sevilla. No son ganas de hacer sangre, lo juro, pero no queda más remedio que recordarte que hace un par de añitos el mismísimo Tribunal Constitucional te condenó en sentencia firme e inapelable por realizar una entrevista a un discapacitado.