(...) La nota característica de nuestro tiempo no es tanto el apego como el desapego. Lejos de aferrarse a las cosas que ya posee, el consumista, que descubre un enigmático placer en la novedad, las violenta con su afán de sustituirlas por otras. ¿Cómo decir que nuestro vecino está enfermizamente apegado a su iPhone 10, cuando fantasea con reemplazarlo por el último modelo, que tiene 5G y mucha más memoria? ¿Cómo deducir que a nuestro padre le une algún tipo de vínculo con su Jeep, cuando está deseando comprarse uno con más caballos?