Conseguir que un huevo duro vuelva a su estado inicial es, en realidad, un gran hallazgo para la biología. Y es que el huevo está compuesto de múltiples proteínas, que pierden su forma al someterlas a elevadas temperaturas durante la cocción. He aquí donde viene la parte más curiosa: si logramos que estas moléculas biológicas recuperen su estructura original, podríamos abaratar costes en la producción de diversas terapias contra el cáncer.