Envío erróneo o controvertido, por favor lee los comentarios.
Seiscientos jóvenes de entre dieciséis y veintidós años celebraban en la isla de Utoya un fin de semana de conferencias y fiestas que marcaban cada año el aniversario de la rama juvenil del partido laborista noruego. Breivik llegó con aspecto tranquilo. Cuando llegó la policía, Anders Behring Breivik, de treinta y dos años, había asesinado a sesenta y ocho personas. Se entregó sin oponer resistencia. Su crimen ha hecho mella en una sociedad que se preciaba de ser de las más avanzadas del continente.