En poco más de una década, el director y guionista Josh Trank se ha convertido por méritos propios en una de las figuras más apasionantes y controvertidas de la industria cinematográfica norteamericana; todo ello gracias a un ascenso meteórico que culminó en la reivindicable 'Chronicle', y a la maraña de controversias surgidas de esa grotesca debacle titulada '4 Fantásticos'.