La ciudad de Cherán, en el estado mexicano de Michoacán, expulsó a políticos, policías y al alcalde para librarse de la violencia y la tala ilegal de arboles. Los puestos de control, vigilados por hombres con rifles de asalto, camuflaje y chalecos antibalas, reciben a los visitantes en las tres entradas principales de esta ciudad. Los guardias no son soldados, policías, vigilantes de drogas o paramilitares. Son miembros de patrullas locales que han ayudado a mantener a Cherán como un bastión de tranquilidad