Diego y Frida dedicaron gran parte de su vida a recuperar y reincorporar las tradiciones mexicanas a nuestro presente mestizo. Y así como a su muerte, Frida Kahlo nos heredó la Casa Azul, Diego dejó tras de sí el Anahuacalli, o Museo de Diego Rivera, una edificación única en el mundo; un homenaje en piedra volcánica a un teocalli, un templo dedicado a los cuatro elementos.