Arqueólogos de Oxford han destacado la fuerte interacción existente entre griegos y egipcios durante el primer mileno a. C. al revelar el hallazgo de nuevos objetos de extraordinaria calidad bajo el mar de las antiguas ciudades de Heracleion-Tonis y Canopo, sumergidas cerca de la desembocadura del río Nilo. Ambas ciudades se fundaron en torno al siglo VII a. C., y prosperaron gracias a las tierras fértiles del delta del Nilo y el comercio con los países de la región mediterránea.