Esta inquietante afirmación fue uno de los lemas que utilizó el Gobierno estadounidense durante la segunda guerra mundial para impulsar los car clubs. El póster propagandístico se hizo muy popular: junto al texto se veía a un hombre trajeado y con sombrero que conducía un enorme descapotable aparentemente vacío. Sin embargo, en el asiento del copiloto se apreciaba la silueta traslúcida del Führer.