La multa había llegado el mismo día a todos los ciudadanos. Una carta oficial que imponía una sanción nada despreciable de dinero, y que ofrecía una rebaja si se pagaba en los primeros 15 días. No aludía a una infracción de tráfico, que son las que más podría pensarse que se cometen en una gran ciudad. Tampoco era una denuncia por obras ilegales, por agresión o por no cumplir con los impuestos municipales.