"Kitaienko cuida y recrea los aspectos desolados y misteriosos de los pasajes lentos, pero parece descreer de lo terrorífico; y prefiere expresarse mediante el dramatismo que sugerir el espanto. Eso, en general. Por ejemplo, en el Allegro non troppo de la Octava, pasaje especialmente terrorífico; aquí, Kitaienko está lejos de Mravinski. Por el contrario, se muestra sublime en el Adagio que cierra el largo primer movimiento de esa misma sinfonía [...] y desde luego en el doliente Largo" (Scherzo nº 205, febrero 2006)