No es una loa al imperio perdido y la patria tocada, sino todo lo contrario. El guión, de Alejandro Hernández, hace hincapié en la miseria moral de la gentuza que comandaba a la tropa (Tosar y Fernández), al absurdo de una guerra tan absurda como ésa, a la diferencia de clases y a los corruptos que (ya entonces) gobernaban España (...) Esta película, que empieza como un western y acaba como una película antibélica es, con sus excesos, un entretenido y digno retrato de la estúpida cabezonería española. Nuestra esencia.