Hacia mediados de 1944, la gran flota japonesa ya no era la amenaza de los primeros meses de la guerra, habiendo sufrido serias pérdidas en las batallas de Midway, Guadalcanal y el Mar del Coral. No obstante, aún era mayor que la flota del enemigo y el liderazgo naval creía que una batalla decisiva, la Kantai Kessen, lograría arrebatar a los norteamericanos el control de los mares, sin el cual no podrían continuar su avance de isla a isla, pues dicho avance estaba basado en desembarcos anfibios.Con la intención de atraer a las fuerzas enemigas.