Estados Unidos es un país absolutamente gigantesco con cinco husos horarios, así que no tiene, como tal, un mercado único de televisión. Aunque hay cadenas de televisión nacionales, una combinación de legislación heredada, limitaciones técnicas y estructura empresarial hacen que estas no emitan directamente en casi ningún lugar del país. Quienes tienen las antenas y transmiten la señal a los hogares americanos son las llamadas local affiliates, o “afiliadas locales”, que son controladas por empresas distintas a la matriz nacional.