No hay más que ir a una exposición de arte contemporáneo o pararse a mirar un edificio moderno especialmente extravagante para darse cuenta de que todo esto es una mentira. Menuda tontería, eso lo podría hacer mi hijo de siete años, vamos, hombre (...) Salvo, claro, que ese «antes» se refiera a hace cien años y especialmente a la URSS porque, desde la Revolución de Octubre hasta el principio de los 30, la Unión Soviética fue ariete del pensamiento artístico y arquitectónico más audaz no solo de su época, sino de todo el siglo el siglo XX.