En 1963 hubo miles de muertos en España sin una causa aparente. El régimen franquista solo reconoció 50 muertes en Galicia y Canarias. Los que no fallecieron, quedaron ciegos. De repente, veían caer nieve ante sus ojos en pleno agosto, y luego, el blanco total. Una joven farmacéutica asturiana, inspectora de Sanidad en Haría, Lanzarote, descubrió la raíz del problema, las familias enterraban a sus seres queridos sin saber qué había apagado sus vidas.