El Rastro se convirtió en el núcleo del punk madrileño. Mientras la gente de la Movida Madrileña se reunía en bares y terrazas como La Bobia, los punks se concentraban en torno al puesto del Drácula, litrona en mano. José Calvo, vocalista de Delincuencia Sonora, recuerda que “era nuestro punto de comunicación, nuestra zona wifi” Y recalca: “Era el único sitio donde podíamos juntarnos y compartir e intercambiar cosas: fanzines, chapas, camisetas, casetes, música… o conocernos, simplemente.