Esa noche se proyectaba, por primera vez, una película, adelantada a su tiempo, sin duda, que supondría una auténtica revolución y la consagración definitiva de su director. De entre todos los presentes en la oscuridad de la sala nos centraremos en un hombre de unos cincuenta años cuya peculiar nariz lo convertiría en el sueño húmedo de cualquier caricaturista.