Ante calamidades y desastres continuados nos agarramos a un clavo ardiendo para suplicar o rogar que pase la tormenta. Creyente, agnóstico o ateo, pides la gracia a la deidad oportuna, ya seas al espíritu que te habla en tu interior, a la Madre naturaleza o a Bill Gates más filántropo. Y ahora más que nunca, ante esta pandemia que está destrozando nuestra vida, ante este maldito virus que ha destruido nuestro camino cotidiano, nuestras costumbres y abrazos, buscamos a la desesperada un cobijo...