Más allá de las consideraciones políticas, de los posicionamientos estrictos y de las adhesiones inquebrantables a uno de los dos trenes en choque, algo que, lamentablemente, descomplejiza y simplifica un asunto con gran cantidad de aristas, posibilidades y sombras, lo que sí parece volver a evidenciarse es que nos encontramos ante un nuevo ejemplo del siempre presente protagonismo que el espacio urbano tiene a la hora de mostrar la inherente conflictividad de las sociedades humanas en su vida en las ciudades.