Entre los indios de las Grandes Planicies, el título de "jefe de guerra" era uno de los mayores honores a los que podía aspirar un guerrero. Solo los mejores y más valientes entre ellos recibían tal distinción, y para conseguirla, debían cumplir con cuatro requisitos, cuatro actos de valor que demostrasen su bravura y su habilidad como combatientes: tocar a un enemigo sin matarlo, arrebatarle su arma a un enemigo, liderar con éxito una partida de guerreros y robar un caballo del enemigo.