La leche que bebo es fresca, de temporada, de vacas alimentadas con pasto y con toda su grasa. Es sabrosa, exquisita, cremosa. Además, es un alimento vivo, repleto de bacterias beneficiosas, enzimas, vitaminas y minerales. No está enriquecida de forma artificial. Y no lo necesita. La leche de verdad, la leche cruda, no necesita ser enriquecida, porque sus vitaminas, minerales y enzimas se mantienen intactos. Y no se destruyen y desnaturalizan por culpa del calor empleado en el proceso de pasteurización. O, peor todavía, las temperaturas extrema