Regresaba de la guerra, tras años de combate, de vuelta a su hogar y triunfante, habiendo demostrado su valía, orgullosa y con el favor de don Fernando de Aragón. Regresaba de la guerra licenciada y a la vez huía temerosa, ocultándose de los secuaces de su reina, Isabel de Castilla, que la hostigaban para arrebatarle su bolsa. No albergaba esta joyas ni oro pues su botín, su recompensa, era otra.