Viajemos mentalmente hasta el San Sebastián de 1886, “una ciudad moderna, con edificios esbeltos, elegantes, cómodos; preparados algunos con el refinamiento de lujo y confort que exigen los adelantos de la época; obras de gusto, solidez y esmero, edificios en una palabra, de gran valor, por el crecimiento adquirido por la propiedad, escasa de terrenos”, tal y como se lee en uno de los capítulos del libro ‘Tierra Euskara’ de Alfredo de Laffitte Obineta, en que se describía el San Sebastián de mediados del XIX. .