Todo el mundo es algo y feminista salvo las amas de casa, que no son nada en concreto, un silencio social sostenido por las cuatro puntas. Una feminista no va a defender nunca a un ama de casa, que representa en su modo de callar todo lo que desprecia, sumisión y fregonas y máquinas tragaperras. Tampoco un empresario o un ministro de Economía tiene nada bueno que decir sobre toda esa gente que no produce valor añadido, que ni compite ni emprende. Lo mires por donde lo mires, el ama de casa es el símbolo común de todo lo que odiamos en la vida.