Ya tenemos asumido que las farmacias son servicios públicos que se otorgan por concesión administrativa, pero a la vez negocios. Esto quiere decir que junto con la dispensación de medicamentos con receta, y las indicaciones sobre cómo usarlos (recordad aquello de "en caso de duda consulte con su farmacéutico”), conviven otros productos que poco tienen que ver con la salud como champús, cremas, chicles, o algunos mucho más cuestionables como todos los relacionados con la pseudomedicina como la homeopatía y similares.