Los monumentos irreconocibles, la deslumbrante profusión de electricidad que le valió el título de "Ciudad de la luz", y la magnitud y ambición de todo, la historia nunca había visto, un espectáculo como este. Sin embargo, tan bellos, grandiosos y permanentes como todos parecían, nunca fueron construidos para ser permanentes. Las únicas excepciones fueron el Grand Palais y el Petit Palais, que todavía hoy sirven como espacios de exposición.